31 agosto 2011

Soledad

¿Por qué tenemos que quedarnos todos tan solos? Pensé. ¿Que necesidad hay? Hay tantísimas personas en este mundo que esperan, todas y cada una de ellas, algo de los demás, y que, no obstante, se aislan tanto las unas de las otras. ¿Para que? ¿Se nutre acaso el planeta de la soledad de los seres humanos para seguir rotando? Me tumbé de espaldas sobre una piedra plana, alcé la vista hacia el cielo y pensé en la multitud de satélites artificiales que debían de estar girando alrededor de la tierra. El horizonte aún estaba ribeteado de una pálida luz, pero en aquel cielo teñido de un profundo color vino empezaban a brillar ya las estrellas. Busqué en el la luz de los satélites. Pero aún había demasiada claridad para que pudieran apreciarse a simple vista. Las estrellas visibles permanecían inmóviles, cada una en su lugar, como clavas en el cielo. Cerré los ojos, agudicé el oído y pensé en los descendientes del Sputnik que cruzaban el firmamento teniendo como único vínculo la gravedad de la tierra. Unos solitarios pedazos de metal en la negrura del espacio infinito que de repente se encontraba, se cruzaban y se separaban para siempre. Sin una palabra, sin una promesa.

Sputnik, mi amor, Haruki Murakami

28 agosto 2011

Mediocres

Siempre ha sido así y siempre será igual, que el tiempo y el mundo, el dinero y el poder, pertenecen a los mediocres y superficiales, y a los otros, a los verdaderos hombres, no les pertenece nada. Únicamente la muerte.

El lobo estepario, Hermann Hesse

25 agosto 2011

Verdad

La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizá diga la verdad.

Sostiene Pereira, Antonio Tabucchi

22 agosto 2011

Romper

Rompí a llorar. Me encanta esa expresión. No se dice rompí a comer o rompí a caminar. Rompes a llorar o a reír. Creo que merece la pena hacerse añicos por esos sentimientos.

Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo, Albert Espinosa

19 agosto 2011

Odio

El odio es una sombra negra y alargada. En muchos casos, ni siquiera quien lo siente sabe de dónde le viene. Es un arma de doble filo. Al mismo tiempo que herimos al contrincante nos herimos a nosotros mismos. Cuanto más grave es la herida que le infligimos, más grave es la nuestra. El odio es muy peligroso. Y, una vez que ha arraigado en nuestro corazón, extirparlo es una tarea titánica.

Haruki Murakami

04 agosto 2011

Hamlet

¿Todavía aquí, Laertes? ¡A bordo, a bordo! ¡Qué vergüenza! El viento sopla a espaldas de tu nave, y está esperándote. Oye: que mi bendición sea contigo (poniéndole las manos sobre la cabeza), y procura grabar en tu memoria estos preceptos:
No reveles tus pensamientos, ni ejecutes ninguna idea inconveniente.
Muéstrate afable y sencillo, pero, en modo alguno vulgar.
Los amigos que tengas y cuya adhesión hayas puesto a prueba, sujétalos a tu alma con garfios de acero; pero no encallezcas tu mano agasajando a todo camarada recién salido del cascarón sin plumas.
Procura evitar toda contienda, pero, una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti
Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz.
Oye la censura de los demás, pero reserva tu juicio.
Sea tu vestido sea tan dispendioso cuanto lo permita tu bolsa, pero sin pecar de exagerado; rico, pero no fastuoso, pues que el traje revela frecuentemente al hombre y en Francia, las personas de más elevado rango y posición muéstranse, en esto principalmente, como modelo de finura y esplendidez.
No pidas ni des prestado, porque el prestar hace perder muchas veces a un tiempo el dinero y el amigo, y el tomar prestado embota el filo de la economía.
Y sobre todo, sé sincero contigo mismo, de lo cual debe seguirse, como sigue la noche al día, que puedas ser falso con nadie.
Adiós, y que mi bendición haga fructificar en ti estos consejos.

Hamlet, William Shakespeare