22 septiembre 2011

Promesas

A uno le hacen promesas sin cesar –prosiguió ella-. Nos hacemos promesas a nosotros mismos. Escuchamos las promesas de los demás. Los políticos nos hablan de una vida mejor para los que envejecen, de una sanidad donde nadie sufra en la espera. Los bancos nos prometen mejores intereses, los alimentos nos prometen mejor línea y las cremas nos garantizan una vejez con menos arrugas. La vida no consiste más que es navegar en nuestra pequeña embarcación cruzando un mar de promesas siempre cambiantes pero inagotables. ¿Cuántas de esas promesas recordamos? Olvidamos lo que queremos recordar y solemos recordar aquello de lo que más deseamos librarnos. Las promesas no cumplidas son como sombras que danzan a nuestro alrededor en el ocaso. Cuanto más me acerco a la vejez, más claras las veo…

Zapatos italianos, Henning Mankell

2 comentarios:

María del Mar Gázquez dijo...

He leído toda la saga Wallander, pero al Mankell intimista no me he acercado todavía. Bonito extracto.

Carmen dijo...

Gracias, Rebeca. Y además me parece muy cierto.