24 diciembre 2010

Cangrejo

- Un cangrejo- Sara se acuclilló en la arena y movió la mano hacia abajo para indicarle que la imitara-. Ven, míralo…
Juan tuvo que acercarse mucho al suelo para distinguir por fin un diminuto cangrejo de mar cuyo caparazón de color sepia, con pequeños lunares más oscuros, le asimilaba a la arena mojada con una admirable eficacia. El animal, que había detenido cualquier movimiento al percibir la proximidad de aquellos dos extraños, escapó inmediatamente, trazando una amplia parábola lateral con sus patas simétricas, delgadas y frágiles como alambres, casi transparentes.
-¿Te has fijado?- preguntó Sara, siguiéndole los pasos-. No andan hacia atrás, sino de lado.
Juan no tuvo que esforzarse mucho para comprobar que su interlocutora decía la verdad.
-¡Es cierto!- admitió, alborozado como un niño pequeño-. ¡Qué increíble!
-¿A que sí?- insistió ella-. La primera vez que lo vi me quedé pasmada. Toda la vida oyendo lo mismo, y ahora resulta que es mentira. Por eso me gustan. Porque no retroceden ante los obstáculos, sino que los rodean, que es una manera distinta de huir. Son astutos, pero no cobardes, ¿te das cuenta? He decidido que me caen muy bien los pobres cangrejos.

Los aires difíciles, Almudena Grandes

2 comentarios:

Alejo Vázquez dijo...

¡Me encanta esta entrada! ¡Y dicho sea de paso la temática de tu blog! :). Feliz navidad a todosss

Carmen dijo...

Muchas gracias, me alegro de que te agrade :) Espero poder ir actualizando con más frecuencia estos días.
¡Felices fiestas!