Hace dos o tres años iba yo andando con Liza y hablaba, no sé por qué, del horror que le inspiraba la idea de la vejez.
- No olvides -le dije yo- que cuando uno es viejo no siente el deseo de
muchas cosas que hacen la vida agradable ahora. La vejez tiene sus
compensaciones.
- ¿Cuáles? -preguntó.
- Pues... difícilmente hay que hacer nada que uno no quiera. Se puede
gozar de la música y de la literatura de una manera diferente de cuando
uno es joven, pero, dentro de esta manera diferente, con la misma
intensidad. Se puede disfrutar bastante contemplando el curso de los
acontecimientos con los cuales no está ya uno íntimamente relacionado.
Si los placeres no son tan vivos las penas han perdido también mucha
parte de su intensidad.
Carnets de un escritor, William Somerset Maugham
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